Artículo escrito por Maite Pelacho y originalmente publicado en el suplemento de Ciencia Tercer Milenio de Heraldo de Aragón el 4 de abril de 2019. Ver la publicación original aquí.
Los pasados días 21 y 22 de marzo de 2019 se celebró el I Foro Internacional de Ciencia Ciudadana en España. Cerca de 200 responsables de proyectos, científicos ciudadanos y representantes de diversas instituciones y comunidades se dieron cita en Madrid para dar a conocer las muy diversas formas e implicaciones de esta metodología científica transversal, que sigue extendiéndose en diversas partes del mundo y, en particular, en España. Las tres conferencias plenarias del foro fueron impartidas por Jennifer Lynn Shirk, Caren Cooper y Karen Purcell, referentes internacionales de primer orden. Se presentó además una treintena de proyectos a través de comunicaciones, ‘speed talks’, mesas redondas, talleres y una zona expositiva. La organización del evento corrió a cargo de la Fundación Ibercivis junto a la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), con la colaboración de la Universidad Politécnica de Madrid y de Medialab Prado Madrid.
Jennifer Shirk, directora ejecutiva de la Citizen Science Association (CSA) en EE. UU., mostró la necesidad de adoptar enfoques híbridos entre las distintas áreas de conocimiento para lograr una ciencia socialmente robusta. Desde su larga experiencia y desde su trabajo en el Programa de Participación Pública en la Ciencia del Laboratorio de Ornitología de Cornell, mostró las posibilidades de la ciencia ciudadana en muy diversas áreas. Y trajo algunos ejemplos de proyectos en los que la colaboración científica ciudadana ha conducido a mejorar la gestión de los recursos en contextos socio-ecológicos complejos, como en el sector pesquero, por ejemplo. En 2012 ella y sus colegas ya explicaron, en un documento muy citado sobre ‘Participación pública en la investigación científica’, que las cuestiones relativas a la confianza, la reciprocidad, los conocimientos locales y compartidos son elementos necesarios para lograr la sostenibilidad.
Caren Cooper, investigadora en Biodiversidad y profesora sobre Recursos Forestales y Ambientales y Ciencia Pública en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, centró su exposición en las facetas más sociopolíticas de la ciencia ciudadana. Así presentó evidencias de la existencia de ‘racismo ambiental’ asociado también a la distribución geográfica de la población, y de la potencia de la ciencia ciudadana para restaurar la justicia ambiental, creando un importante capital social. Detalló también los diversos aspectos éticos de la ciencia y de la participación ciudadana. Muchas de estas ideas las ha recogido en su libro (traducido recientemente al español) ‘Ciencia ciudadana: cómo podemos todos contribuir al conocimiento científico’.
Karen Purcell es líder mundial en el estudio de las aves a través de proyectos de ciencia ciudadana desde el Laboratorio de Ornitología de Cornell, con cientos de miles de participantes involucrados. Su conferencia abordó los dos modos de plantear programas de ciencia ciudadana: los proyectos ‘top-down’ que parten de las instituciones científicas buscando la participación ciudadana para lograr sus objetivos, y los proyectos desde la base o ‘bottom-up’ en donde son las mismas comunidades quienes afrontan y se implican en cuestiones diversas que requieren soluciones científico-técnicas adaptadas a sus contextos. Chilena afincada en EE. UU., actualmente lleva a cabo diversos programas para desarrollar nuevos modelos de educación participativa con familias latinas en riesgo de exclusión.
Respecto de las disciplinas y áreas temáticas, la astronomía ocupó un lugar destacado en el encuentro, al ser esta un área emblemática de la ciencia ciudadana con siglos de tradición y donde es cada vez más necesaria la colaboración pro-am (profesional-amateur).
Las áreas de biodiversidad y medio ambiente estuvieron ampliamente representadas, tanto en ponencias como en talleres y stands. De hecho es el ámbito donde mayor número de proyectos de ciencia ciudadana se contabilizan, según distintos estudios. No faltaron tampoco comunicaciones de proyectos y talleres sobre la monitorización de diversos parámetros de contaminación ambiental.
El mundo maker, las tecnologías DIY (Do It Yourself), el software y el hardware libres con aplicaciones a la meteorología, sensores para monitorización, satélites, junto a los potentes aspectos educativos de estos proyectos ocuparon también buena parte del foro.
La idea de la ciencia ciudadana como herramienta de cambio social, junto a sus objetivos científicos, estuvo considerada explícitamente tanto en las tres conferencias plenarias principales como en otras comunicaciones. De modo similar, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron leitmotiv de las dos jornadas -al ser, de modo directo o indirecto, objetivos de todo proyecto de ciencia ciudadana-, si bien se trataron de modo explícito en algunas de las comunicaciones en torno a cuestiones sobre la energía, la alimentación o el agua. La importancia del contexto local en la ciencia ciudadana y de las comunidades que configuran los proyectos, fue subrayada en las tres conferencias plenarias y en otras comunicaciones, especialmente en la presentada por la Oficina de la Ciencia Ciudadana en Barcelona.
Hubo tiempo también para tratar el tema crucial de la financiación de proyectos, y cuestiones clave como investigación e innovación responsable, metodologías para la innovación ciudadana, acercamiento de política y ciencia, ciencia abierta, ciencia inclusiva, mujeres en la ciencia, la importancia del ámbito educativo y las claves de una buena comunicación de la ciencia y, en particular, de la ciencia ciudadana.
El foro se clausuró con la mesa redonda, ‘No estás solo, ciencia ciudadana en red’. Francisco Sanz, director ejecutivo de Ibercivis, presentó las conclusiones principales del plan de fortalecimiento de la ciencia ciudadana que ha estado coordinando desde Ibercivis junto con Fecyt en el último año, anunciando la preparación de una red nacional para coordinar esfuerzos y dar apoyo y servicio a los proyectos de ciencia ciudadana en el ámbito nacional. Por su parte, Paloma Domingo, directora de Fecyt, presentó las novedades de la última convocatoria de ayudas, entre las que se destaca precisamente una línea específica de proyectos de ciencia ciudadana, si bien en la convocatoria anterior ya se hacía referencia a la ciencia ciudadana como área de interés y de hecho se co-financiaron once proyectos. Teresa Riesgo, directora general de Investigación, Desarrollo e Innovación, destacó en su intervención la importancia de apreciar la cultura científica de la ciudadanía junto a la necesidad de potenciarla, y presentó el proyecto europeo EU-Citizen.science, llevado a cabo por un consorcio de 14 países europeos y 9 ‘terceras partes’, cuyo propósito es construir la plataforma europea de ciencia ciudadana durante los próximos tres años. España está trabajando ya en el proyecto a través del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, la Fecyt y la Fundación Ibercivis.
El I Foro Internacional de Ciencia Ciudadana en España ha sido, por un lado, broche de oro de ese plan de fortalecimiento de la ciencia ciudadana en España, pero constituye más bien un importante hito para la continuidad y crecimiento de una metodología que, si así lo planteamos, conducirá a la expansión del conocimiento, de una ciencia socialmente robusta, y de comunidades más cohesionadas y más interrelacionadas bajo el impulso de proyectos comunes.
Maite Pelacho trabaja en la Fundación Ibercivis a la vez que realiza su investigación doctoral sobre ciencia ciudadana en el Programa de Doctorado Filosofía, Ciencia y Valores de la Universidad del País Vasco UPV/EHU