Hoy te proponemos que participes en un experimento para el que tendrás que afinar tu olfato, ¿o tal vez no?
Enciérrate en tu despacho o en una estancia lo más aséptica y aislada posible para responder a los siguientes retos lógicos y cuestiones:
1. Identifica a la intrusa entre la siguientes palabras:
Tenedor, retrovisor, cuchara, sanador
1.1. ¿Percibes algún olor llamativo?
2. Identifica a la intrusa entre la siguientes palabras:
Café, Relé, Claqué, Clase
2.1. ¿Y ahora, has percibido algún olor?
3. Identifica a la intrusa entre las siguientes palabras:
Butano, pantano, bombona, bombazo
3.1. Perdona que insista pero… ¿no te huele a nada en especial?
Y como sospecho que lo que te está empezando a oler a chamusquina es tanta olfativa pregunta, he aquí la explicación:
Al parecer, y según se desprende de un reciente estudio, hay un porcentaje significativo de la población -más de un 6%- que percibe ‘olores fantasma’, es decir, que capta olores a pesar de que no haya una fuente real de los mismos. Y en particular, olores desagradables, como a bombona de butano, a cables quemados, fetidez, podredumbre, etc.
Más aún, el estudio también acredita que esta alteración o fenómeno se manifiesta más entre las mujeres; y en la gente de mayor edad (tal vez, como consecuencia de la pérdida de la sensibilidad olfativa ‘real’).
Y lo más sorprendente o llamativo: que esta percepción fantasmal asimismo se da más entre las clases más desfavorecidas o que viven en condiciones más precarias. Al respecto, los responsables de la investigación plantean la hipótesis de que la gente que vive en dichas condiciones está más expuesta a fuentes potenciales de estos olores desagradables, como toxinas, contaminantes o productos en mal estado.
Así las cosas, el experimenten aquí planteado pretende poner a prueba varias cuestiones:
- Si eres uno de esos individuos que sienten olores fantasma
- Si, efectivamente es un desorden que afecta a un porcentaje significativo de la población y en qué medida.
- Si se trata de algún tipo de sinestesia, es decir, una respuesta que se desencadena a raíz de un estímulo por otro de los sentidos.
- Si la percepción de olores desagradables está, en efecto, vinculada a las condiciones sociales y al entorno más o menos favorable en el que se vive; o si se trata de una respuesta independiente de la clase social. Porque entonces se podría teorizar que el motivo fuese una desviación o anomalía del mecanismo de defensa que nos hace más sensibles a olores vinculados a peligros potenciales como incendios, alimentos en mal estado o aguas insalubles,…
La clave para ello son tus respuestas: si se trata de un tipo de sinestesia, entonces la percepción del olor se dará más en los casos 2 y 3, donde hay palabras (estímulo visual) fuertemente asociadas a olores muy característicos, como el café y el butano. Si, por el contrario, no es una respuesta a un estímulo por otro sentido, el olor percibido será independiente de las palabras incluidas en cada secuencia.
Y del mismo modo, y asumiendo que el lector tipo de Tercer Milenio vive en un entorno ‘confortable’, si el olor captado es mayoritariamente desagradable, se puede inferir que no depende de la condición social. Si, por el contrario es un aroma agradable, entonces cobrará fuerza la hipótesis de las distintas clases sociales.
Artículo originalmente publicado el 06/09/2018 en el suplemento de tecnología de Heraldo de Aragón Tercer Milenio, en la sección de #cienciaciudadana que coordinamos desde la Fundación Ibrecivis.