Existen diferentes tipos de participación en la ciencia ciudadana, según las necesidades del proyecto y las comunidades.
Artículo originalmente publicado en el suplemento de ciencia y tecnología de Heraldo de Aragón Tercer Mileno, el 25 de mayo de 2023. Sus autoras son Alba Peiro, Olga Varela y Maite Pelacho / Fundación Ibercivis
En abril se celebró el mes de la ciencia ciudadana. Recordando sus aspectos más importantes buscamos seguir visibilizando la importancia de la ciencia ciudadana, reconocer el trabajo de quienes la llevan a cabo y dar a conocer sus múltiples posibilidades, que permiten la involucración de toda persona interesada en contribuir a la ciencia. Así, pretendemos convocar a más personas a conocer esta práctica científica, que incluye la participación ciudadana para la construcción de nuevo conocimiento científico relevante para las comunidades.
El ‘White Paper de la ciencia ciudadana’ (2014) la define como la contribución activa de los ciudadanos a la ciencia, a través de su esfuerzo intelectual o dando soporte al conocimiento con herramientas, recursos o información. Sin embargo, al igual que pasa con la ciencia, es difícil encontrar una única definición de ciencia ciudadana, pues la ciencia es una actividad viva que evoluciona en el tiempo y con las comunidades que la practican. Por estas razones, podemos encontrar más de treinta definiciones posibles propuestas por diferentes entidades mundiales dedicadas a la ciencia ciudadana (ver, por ejemplo, el capítulo específico en ‘The Science of Citizen Science’). Pero todas estas definiciones se complementan entre sí, y coinciden en resaltar la participación activa de ciudadanía que no se dedica profesionalmente a la ciencia.
Por tanto, aunque cambie la manera de definirla, la ciencia ciudadana incluye diferentes grupos de actores que se interrelacionan con el objetivo de construir nuevo conocimiento científico usando métodos que van más allá del imaginario clásico de ciencia hecha con bata y probeta.
Siendo así, la ciudadanía no solo tiene un papel fundamental en la generación de datos para el desarrollo de proyectos, encabezados por la comunidad científica, sino que también puede participar activamente en ellos disponiendo de espacios para la toma de decisiones, planteando preguntas de investigación o diseñando experimentos. De este modo, los diferentes grupos de actores se benefician, haciendo que crezcan tanto el conocimiento y los recursos científicos como el empoderamiento ciudadano.
Cinco tipos de proyectos
Al igual que existen muchas definiciones de ciencia ciudadana, diferentes autores han planteado también varias formas de clasificar los proyectos de ciencia ciudadana. Dichas tipologías pueden ordenarse según el tipo de actividad participativa o según el grado de participación de la ciudadanía. La directora ejecutiva de la Citizen Science Association, Jennifer Shirk, y su equipo, propusieron en 2012 una clasificación en la que caracterizan los proyectos de ciencia ciudadana dependiendo del grado de participación, son estos cinco:
- Proyectos contractuales: en ellos las comunidades de ciudadanos plantean un problema de investigación y contactan a un grupo de expertos que provea soluciones. Aquí la participación es mínima pues los ciudadanos se desentienden del proceso de investigación y descargan toda la responsabilidad en los expertos. El papel de los ciudadanos se limita a contactar con los científicos y pedir informes y resultados.
- Proyectos contributivos: aquí los ciudadanos tienen un papel más activo, pues son convocados por los expertos para aportar datos o muestras que permitan recabar evidencia en la resolución de un problema científico. Este es uno de los tipos de participación más común. En Aragón, por ejemplo, está en marcha el proyecto Fuenaragón, aquí los participantes están contribuyendo a identificar fuentes y manantiales de la comunidad, y aportando datos de medición sobre la calidad de sus aguas a través de protocolos científicos que garantizan la calidad de la información proporcionada.
- Proyectos colaborativos: también constituyen un tipo frecuente de proyecto de ciencia ciudadana. En ellos, la comunidad clasifica o analiza datos proporcionados por la comunidad científica. Un buen ejemplo de este tipo de proyectos es Galaxy Zoo que desde hace más de quince años comparte con los científicos ciudadanos millones de imágenes de galaxias de la base de datos de la NASA. En el año 2017, participantes de todo el mundo ya habían llegado a clasificar 125 millones de galaxias según su forma y tipo de rotación mediante esta metodología, agilizando cientos de proyectos científicos y nutriendo numerosos artículos.
- Proyectos cocreados: En ellos los diferentes participantes se encargan de definir el problema, evaluar el proceso para después reajustarlo, y trasladar esos resultados a la acción. El proyecto europeo CoAct llevó a cabo hasta el año 2022 varias investigaciones codiseñadas de ciencia social ciudadana, impulsadas directamente por grupos de ciudadanos de diferentes ciudades que compartían una preocupación social. En Barcelona, el objeto de investigación fueron las redes de apoyo social en salud mental, poniendo a las personas con problemas de salud mental y familiares en el centro de la investigación. Ellas escribieron más de 200 microrrelatos, basados en vivencias personales relacionadas con las redes de apoyo social. Los microrrelatos forman parte del primer chatbot que se utiliza para hacer ciencia ciudadana y en el cual los contenidos están generados por personas, no a través de procesos de inteligencia artificial. A través de una ‘app’ de Telegram, esta investigación sigue abierta a cualquier persona mayor de edad y de cualquier lugar del mundo que quiera participar (disponible en catalán, castellano, inglés y alemán). También es el caso del proyecto europeo Greengage, con el que próximamente se crearán observatorios ciudadanos en varias ciudades europeas. Desde ellos, la ciudadanía co-diseñará diferentes iniciativas de sus propios barrios o ciudades para convertirlas poco a poco en áreas neutras en emisiones de carbono.
- Contribuciones colegiadas: en el último nivel están las investigaciones de personas no tituladas o amateurs, que llevan a cabo investigaciones de forma independiente sin detrimento de la calidad del conocimiento generado. En la historia de la ciencia son muchos los ejemplos de investigadores que han dejado una huella imborrable en campos como la biología, la física o la astronomía, entre otros. Nombres como Darwin, Von Humbodlt, entre muchos otros, forman parte de estos científicos ciudadanos que, a pesar de no tener una formación académica, logran con su dedicación y talento, hacer contribuciones únicas en sus campos de estudio.
Desde España y hacia Europa
Es importante resaltar que durante las últimas dos décadas la ciencia ciudadana se ha consolidado en España como una práctica científica que contribuye ampliamente a fortalecer y aumentar el conocimiento científico en diferentes disciplinas. Fuimos de los primeros países del sur de Europa en comenzar a beneficiarse de la aplicación de este tipo de proyectos y, desde entonces, la ciencia ciudadana está presente, en el día a día de nuestra sociedad.
Una muestra del crecimiento de este campo puede verse en el Observatorio de la Ciencia Ciudadana, un proyecto de la Fundación Ibercivis puesto en marcha en 2016 con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Se trata de un repositorio ‘online’ que incluye casi 200 proyectos de ciencia ciudadana de diferentes instituciones en España, muchos de los cuales están abiertos a la participación en la actualidad.
Este repositorio fue el precursor de su análogo europeo, la EU-Citizen.Science, fruto del proyecto Horizon 2020 y actualmente del Horizon Europe. Dos proyectos centrados en trabajar la adaptación a la crisis climática a través de la participación ciudadana.
La plataforma EU-Citizen Science no solo pone a nuestra disposición proyectos, sino también recursos y actividades formativas, que permiten realizar conexiones en materia de ciencia ciudadana. Todo ello está enmarcado, a su vez, en la European Citizen Science Association (ECSA), la mayor comunidad europea que fomenta esta práctica científica como estrategia para el empoderamiento cívico.
Desde Ibercivis, estamos convencidos de la necesidad de dar visibilidad a los proyectos para que los procesos participativos y de transferencia del conocimiento, desde la ciencia hasta la ciudadanía y viceversa, sigan tomando fuerza en España. Para ello, hay que dar a conocer tanto los proyectos en activo, que son los que permiten fomentar la participación, como los que ya han finalizado, para que la sociedad vea los resultados beneficiosos que retornan a ella como fruto de su colaboración. Este ha sido el objetivo del mes de la ciencia ciudadana; un mes en el que muchas entidades de todo el mundo han intensificado sus actividades y las han compartido en redes sociales mediante los hashtag #Mesdelacienciaciudadana, #CitizenScienceMonth o #CitSciMonth, entre otros.