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Diletante aspirante a polímata, aficionado a la investigación en general y a la astrofísica en particular. Miembro de la Asociación Astronómica de Cartagena. Descubre la ciencia ciudadana hace unos seis años y desde entonces participa habitualmente en los proyectos alojados en Zooniverse, en el Observatorio Virtual Español, Eyewire, y otros.
¿Quién no ha tenido alguna vez la sensación del descubrimiento? Esa impresión que surge cuando entiendes algo que te asombra y maravilla, da igual si alguien lo ha visto antes o si ya es conocido (no se nos ocurría pensar en ello) pues la emoción personal es demasiado fuerte. Investigar y aprender de forma fácil y entretenida te lleva a menudo a esa sensación aparentemente inocente e ingenua y que creo es uno de los motivos por los que apasiona tanto la ciencia ciudadana, más aún si eres consciente de que muchas veces estás viendo imágenes o datos que nadie, o muy pocas personas en el mundo, han visto nunca.
Otra de las cosas que me gustan de estos proyectos es que te permiten participar desde casa, o cuando tengas tiempo, a tu ritmo… Me gusta como entretenimiento puro, pero que añade el valor de aprendizaje activo. Me entretengo a la vez que aprendo sobre los temas de los que trata cada proyecto, y voy variando. También me gusta poder ver el proceso científico desde dentro, observar cómo aparecen datos brutos y estos se trasforman en un artículo científico. Interactuar directamente con otros voluntarios y con los investigadores. Me gusta explorar las bases de datos que usan, lo que contienen y qué aspecto tienen. Me gusta ver que son abiertas a todo el mundo, no secretas ni ocultas: solo hay que aprender a interpretarlas.
Me gusta también pensar que estoy colaborando activamente en el progreso general, porque lo cierto es que la ciencia es una labor conjunta de muchos, unos apoyándose en otros, más aún en la actualidad que tantos proyectos son tan grandes y ambiciosos que la interdisciplinariedad y colaboración internacional es esencial, y esto influye positivamente en las relaciones entre países.
Un amigo me dijo una vez que me veía como a un mono de laboratorio pulsando botones y marcando cifras. Y creo que tiene algo de verdad, puesto que lo que yo sé por ejemplo de meteoritos comparado con lo que sabe un especialista es comparable al conocimiento de un chimpancé con el de un primatólogo. Así que sí: seguramente me parezco a un mono de laboratorio, pero bien pensado, a un mono que produce un impacto (aunque sea mínimo) en la sociedad y que trata de entender lo que hace.
Sobre el impacto, ya se están recopilando datos en cuanto el efecto económico directo de la ciencia ciudadana en la investigación, y las cifras son impresionantes. Sobre lo de intentar saber lo que uno hace, lo cierto es que gracias a estos proyectos estoy volviendo a estudiar matemáticas, física, biología y otros temas como no hice en su momento… y no soy un caso excepcional. Todas las fuentes consultables dicen lo mismo: niños y adultos por toda clase de motivos quieren acercarse al conocimiento cuando participan en ciencia ciudadana. Este es para mí otro argumento para potenciar estos proyectos, porque hemos de cambiar la percepción de la ciencia como algo demasiado frio, aburrido, lejano y difícil de aprender. La sociedad debe empezar a relacionar la ciencia con esa sensación de descubrimiento, con el entretenimiento y la motivación, y creo que hay que hacerlo a todos los niveles, no solo enfocándose hacia los niños.
A veces recuerdo emocionado este pasaje de ‘Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros’, de John Steinbeck, en el que Ginebra le dice a Arturo:
«Creo que todo hombre desea ser más que él mismo y que solo puede serlo si es parte de algo inconmensurablemente más grande que él mismo. […] Hay que encontrar una palabra, un pensamiento, un estandarte que transforme a esos males pequeños en parte de una amenaza general contra la que podamos alzar un ejército aguerrido.»
Sin duda la cultura en general, y la ciencia en particular, en todas sus multifacéticas formas, puede ser para muchos ese estandarte que nos una en forma de un aguerrido y alegre ejército que lucha contra la enfermedad, la ignorancia, el prejuicio… y en pos del descubrimiento. Y puesto que no todo el mundo tiene las mismas circunstancias en esa lucha, la ciencia ciudadana adquiere un valor especial, porque con sus múltiples niveles de participación no solo puede ser educativa y motivadora en un sentido racional, también tiene un sentido profundamente emocional al acercar a cualquiera la posibilidad de hacernos partícipes voluntarios de algo inconmensurablemente más grande que nosotros mismos.
Por Víctor Linares @sisifolibre
Esta sección se realiza en colaboración con el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España, coordinado por la Fundación Ibercivis
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