Un ordenador ciudadano para curar el cáncer

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha presentado hoy el proyecto Ibercivis: un ordenador ciudadano, que permitirá desarrollar diversos proyectos de investigación gracias a la colaboración ciudadana a través de sus ordenadores personales.

Ibercivis es un proyecto español que se basa en la cesión de la capacidad de cálculo de los ordenadores personales de los internautas en los momentos en los que no los estén utilizando, una tecnología utilizada en infinidad de veces para diversos fines. En esta ocasión, se investigará en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, fármacos contra el cáncer y simulación de materiales.

Para llevar a cabo estas investigaciones, los ciudadanos pueden ceder la capacidad de cálculo de sus ordenadores en los momentos de inactividad. Sólo es necesario entrar en www.ibercivis.es, registrarse y descargarse la aplicación BOINC. Cuando tengan su ordenador encendido pero no lo usen, el sistema solicita de Ibercivi trabajos para realizar y los ejecuta. El usuario puede ver que se está utilizando su ordenador al aparecer un salvapantallas de Ibercivis en movimiento, que dejará de actuar simplemente con tocar una tecla o el ratón. Cuando el cálculo finaliza, los resultados se envían de nuevo al servidor de Ibercivis.

Esta iniciativa parte de una experiencia previa: el proyecto Zivis, creado en la Universidad de Zaragoza y el CIEMAT, que contó con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza. En él se pudieron computar casi 800.000 horas de cálculo científico gracias a la participación de los ciudadanos, 20 veces más de lo previsto en un principio para ejecutar los trabajos programados.

Tras este antecedente, los promotores de Zivis se plantearon desarrollar un proyecto de mayor alcance, que abarcara todo el territorio nacional y en el que se desarrollara un mayor número de investigaciones.

Tres proyectos, tres causas

Serán tres proyectos los que se engloben dentro de Ibercivis. El primero de ellos, desarrollado para simular los experimentos del Stellator TJ-II del CIEMAT, irá encaminado a la búsqueda de nuevas fuentes de energía, concretamente consiste en investigar la fusión por confinamiento magnético. Esta posible nueva fuente de energía, de bajo impacto ambiental e inagotable, pretende realizar en la Tierra las reacciones de fusión que se producen en las estrellas. Para lograrla es necesario calentar a cientos de millones de grados de temperatura un gas -deuterio, un isótopo del hidrógeno- hasta que se ioniza y se convierte en plasma. Los núcleos atómicos del plasma chocan unos con otros y se fusionan. La evolución de este plasma requiere multitud de cálculos para conocer con detalle sus condiciones físicas, lo que podría permitir en un futuro desarrollar esta nueva fuente de energía.

El segundo de los proyectos, el docking de proteínas, se centra en la búsqueda de nuevos fármacos contra enfermedades, especialmente contra el cáncer. Su desarrollo parte de la Unidad Bioinformática del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid), y consiste en el estudio de la interacción entre compuestos químicos y proteínas.

Para ello, se parte de una quimioteca, una biblioteca con millones de moléculas, que se acoplan a una selección de proteínas con el fin de que estas moléculas inhiban la acción de las proteínas involucradas en el desarrollo de enfermedades. Mediante el cálculo computacional, se analizan las miles de variables surgidas y se clasifican para posteriormente experimentar con las que más posibilidades tengan de convertirse en el principio activo de un fármaco.

La simulación de materiales, el tercero de los proyectos de investigación de Ibercivis, se lleva a cabo en la Universidad Complutense, la Universidad de Extremadura y el Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza. Estudia el comportamiento de los vidrios, centrándose en los vidrios magnéticos. Los materiales magnéticos, formados por imanes microscópicos, tienen numerosas aplicaciones (tarjetas de crédito, resonancias magnéticas nucleares, etc.). Cuando se calientan por encima de su temperatura crítica, sus propiedades cambian radicalmente -tanto como las del agua a cero grados centígrados-. El caso extremo de comportamiento exótico es el de los llamados vidrios de espín, cuyo estudio desborda todas las capacidades computacionales disponibles. Aunque se trata de investigación básica, su conocimiento podría derivar, por ejemplo, en la creación de discos duros más densos y sistemas más eficaces de detección de tumores.

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